El segundo tomo del dúo de estrenos del poeta oaxaqueño Jesús Rito García es la plaquette «40 días en el desierto», editada por la municipalidad de Lima, Perú como parte de su colección «Lima Lee.» Aunque aquí también hay arena, no es de la playa sino del desierto: un escenario más adverso que da pauta a una serie de reflexiones a su vez más difíciles e íntimas. Dice Luis Parra: «El logro no viene entonces de la belleza de la imagen, sino de su sinceridad y del reflejo del silencio en ese vacío inclemente y caluroso. Jesús Rito puede reflejar esa aridez no por su capacidad estética, o la extensa lectura como práctica deportiva de la poética, sino que es un logro doloroso, producto de la premonición de la ausencia de su propio niño. El poeta maduro se encuentra con un clima hostil, donde en cada línea, paga también el precio de la inocencia ya perdida hace algún tiempo.»

Publicado originalmente en forma digital, el libro físico consta de un hermoso diseño en pasta dura elaborado por maestra encuadernadora Nidia Rojas. Haz clic para conseguir tu ejemplar aquí.

A continuación, reproducimos el poema «ABC», que hace alusión al trágico incendio de la guardería epónima de Hermosillo, Sonora en 2009, en el que fallecieron 49 niños.

ABC
Pulula en el aire del desierto
un canto lejano en una lengua muerta:
ABC…
ABC…
Como una oración trunca
fueron las primeras letras
del abecedario olvidado,
del humo amargo de la muerte,
del llanto negro de los padres:
ABC…
ABC…
dice en mi imaginación
ese canto eudeve,
triste y lejano.
Se elevó la muerte tan alto, tan alto…
y todos saben de dolor,
y todos tienen en sus venas la furia de ese potro salvaje
que corre entre sus calles solitarias.
ABC…
ABC…
quise cantar en lengua eudeve
a mi niño del desierto
y nadie más escuchó,
ni escuchará mi oración.
Pero ahí está
nuestro llanto,
y el recuerdo que nos hace despertar con rabia
y decimos con los dientes apretados:
ABC…
ACD…
y confundimos todo.
Yo estuve en la casa del dolor,
ahí, donde cuelga el retrato de una niña que ya no está,
que no pude ver de frente,
por pena,
por miedo,
por rabia,
qué sé yo.
Ahora, otros niños juegan alrededor de la mesa;
y ella, desde su marco de madera los observa
y canta con ellos…
ABC…
ABC…
sal conejo de tu madriguera…
y ellos responden:
el conejo no quiere salir de ahí…
ABC…
ABC…
repito la oración del pueblo eudeve
que nadie recuerda,
que nadie conoce;
y mi voz
se pierde en el aire caliente del desierto,
donde un día
lloré por tantas almas juntas,
que no pude abrazar al mismo tiempo.
ABC…
ABC…
canta mi corazón a la distancia.

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